jueves, 17 de septiembre de 2009

No me gustan los chicos con las rodillas huesudas

martes, 8 de septiembre de 2009

Lost Kitty

Kitty está perdida.
Perdió el control como la niña del Sr. Curtis. El inmenso océano de piezas que no casan entre sí tejen un espacio lleno de confusión en el que intensa salir a flote, desdibujandolo todo, perdiendo el eje, el equilibrio, la perspectiva y hasta su lazo rosa. Pobre Kitty, ojalá alguien supiera donde está. No puede pedir ayuda porque no tiene boca. La niña buena ya no es tal, quiso asomarse al precipicio y cayó al mar inabarcable, creyó que podría volver atrás pero la marea no le deja. Veremos cuanto puede aguantar así...

domingo, 6 de septiembre de 2009

Señales

Encontré esta particular señal este verano en un pueblecito murciano.
Alguien desprovisto de imaginación y/o sensibilidad pasaría de largo al verlo. Alguien con una imaginación/sensibilidad creativa, canalizada, organizada, clara y fructífera imaginaría la historia de una chica de unos 14 años que manda así un mensaje al típico amor de playa que se le resiste a ser tal.
Sin embargo yo, cargada de una imaginación ilimitada y sin embargo desenfocada y desordenada, como todo mi sistema sentimentalorio, veo mil flashes delante de mis ojos. La niña de antes también sale, claro, pero veo además a un hombre mayor, de unos 55 años, viudo, sentado en el sofá de su casa, con los ojos perdidos en el infinito mientras parece que ve la tele. Veo a ese, ya hombre, de 32 años, que quiere hacerse el jovenzuelo tratando con desdén a las chicas que ilusamente se enamoran de él. Veo a esa chica de 29 que pule su armadura de niña fashion y creída encaramada a los tacones más altos que ha encontrado en el Zara pensando que así no la volverán a hacer daño. Veo a esa otra chica que se da una y otra vez al peor tio que ha encontrado en el bar con la esperanza ciega de que esta vez sea la verdadera. Veo a ese chico harto de tropezar con la misma piedra y autocompadeciéndose sin límites sin tomar las riendas de nada.
Y te veo a ti, incapaz de querer.
Todos buscando a quien querer, en teoría, pero cediendo el paso (al amor), no para que entre desbordando las ancladas rutinas, sino para que pase por delante de nuestros atentos ojos en el cruce de caminos, cumpliendo así el reglamento de tráfico de manera correcta e intachable